Vuelve el sol y sube el mercurio en los termómetros de Madrid.
Madrid, una ciudad sometida a los rigores del clima, en donde el frío penetra hasta los huesos en los meses invernales, con viento y lluvias tan intermitentes como desmedidas… Y en primavera… Ya casi no podemos hablar de ella, porque cuando llega, y acaba de hacerlo, lo hace como antesala del verano, sinónimo de calor aplastante que funde los neumáticos en la calzada y evapora hasta la última gota de reserva de humedad en nuestro cuerpo…
El cuerpo humano tiene un 70% de agua en el organismo, deshidratarnos equivale a perder la noción del tiempo, marearnos y en último extremo, en los casos más graves, y solo cuando no hay marcha atrás… nos hace buscar un Imanol para refugiarnos en la penumbra de su ambiente y pedir en un último esfuerzo una cerveza bien fresquita.
Y aquí empieza la labor social del Asador Imanol (de todos ellos), pues conocedores de ese gran dilema, y a sabiendas de que nuestros clientes buscan el amparo burbujeante de una cerveza, redoblamos nuestras reservas de Clausthaler para acudir en auxilio de todos vosotros, amigos nuestros, cuyo gesto de “aflojar el nudo de la corbata” sabemos interpretar, ya desde que asomáis por el marco de la puerta, como una llamada de auxilio a nuestro camarero, sabedor de que ese gesto, ese suspiro entrecortado al traspasar el umbral, ese “cerrar el bolso y que me llame el jefe si quiere”… implica una petición muda, pero a gritos, de una cerveza sin alcohol (porque después hay que volver al trabajo, o en el mejor de los casos, al coche para volver a casa) para no perder la lucidez.
Y ahí está nuestra batería de camareros, siempre dispuesta a colocar esa cerveza espumosa sobre la barra de un Imanol que antes de reposar en ella es recogida con mirada de complicidad y termina bañando los labios de nuestro cliente transformando una expresión de necesidad en un rostro de felicidad. Sorbo a sorbo, rehidratándote, refrescándote y matando dos pájaros de un solo tiro, porque encima de ayudarle a recuperar el líquido perdido, le regalamos un instante de placer con nuestro zumo de cebada tradicional… (si lo egipcios la bebían en la época de los faraones, por algo sería, al fin y al cabo también ellos saben algo sobre el calor).
Y ya puestos, no lo hacemos con una cerveza cualquiera, la nuestra es una cerveza de fama internacional, Clausthaler, tan sabrosa como reconocida y premiada en todo el mundo, 25 años cosechando cebada – 25 años cosechando premios (como en los prestigiosos World Beer Awards).
De espuma no muy espesa, más bien ligera, malta dulce desprendido por su aroma, regusto un poco amargo, poco y de corto espacio de tiempo en boca, más bien un bouquet evocador, rubia pajiza de sabor natural preferiblemente a 6ºC de temperatura… Por aquello de combatir el calor sin alcohol y con responsabilidad.