Pocos productos tienen un carácter tan profundo como para identificar a toda una nación con solo mentarlo.
Hoy hablaremos de un alimento singular cuyo reconocimiento transciende fronteras y es sinónimo de calidad y buen “yantar”. Un alimento que nos activa los cinco sentidos… y los colma de satisfacción: el Jamón Ibérico.
Su producción se reduce a una franja geográfica muy exclusiva: de Huelva a Salamanca. Dehesas de encinas preñadas de bellotas que servirán de sustento al exclusivo cerdo ibérico. Unas bellotas que aglutinarán buena parte de las características finales de un jamón ibérico. Por el aporte nutritivo y por el entorno, ofreciendo esparcimiento al animal para favorecer una sana alimentación en libertad que quedará reflejada en la calidad del animal tras meses de ejercicio hozando en el campo, cuya carne tras sacrificarlo se posicionará por mérito propio entre los mejores manjares del mundo entero.
Encinas de factura caprichosa, mantos verdes de campo, bellotas de primera calidad, pozas de agua natural, kilómetros cuadrados para vagar de un lado para otro, sol intenso en veranos cortos y fríos secos en los largos meses de invierno. Aire puro y raza de cerdo ibérico seleccionada y mimada con todos los honores para hacernos disfrutar. Clima y condiciones únicas en todo el planeta dignas de un ejemplar único en la cabaña ganadera mundial.
Cuando alzamos un pedacito de este manjar, casi transparente por fino y bien cortado, lo acercamos para saborearlo, hemos percibido de antemano y como antesala a su sabor, su fragancia y aroma natural. Aroma a dehesa, y todo esto antes si quiera de meterlo en nuestra boca. Que cuando entra en ella… Suavemente reconducido por la lengua hasta acomodarlo en el paladar, no hace falta ni masticarlo para disfrutarlo.
Carne intenso color rojo, avivado por la grasa que destila y estila, veteado de blanco por tiras de grasa que favorecerá no sólo su sabor, si no también su digestión y las múltiples propiedades saludables que también influirán en nuestra salud, por si su mero sabor no fuera poco.
Un producto firme y suntuoso que se deshace cual mantequilla al entrar en contacto con nuestra saliva, pues salivar… salivamos, y más antes de caer rendidos a esta “delicatesen”.
Esto es lo que nuestros amigos disfrutan cuando piden jamón ibérico en nuestro Asador Imanol de Diversia. Jamón Ibérico; Añejo de Reserva; Bellota y Bellota Reserva Especial, de la afamada y reconocida marca Juan Manuel Hernández, nuestro proveedor oficial de tan suculento manjar, especialistas en el Jamón Ibérico. Para que sirva de muestra su amor y pasión por el Ibérico, apuntar solamente que sus piaras se alimentan en las dehesas de Huelva y extremeñas y luego viajan hasta Salamanca para ser sacrificadas y elaborar este exquisito manjar, de primerísima calidad y con el aval que supone, no solo disfrutar con el reconocimiento del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Guijuelo desde 1986, si no ser una de las casas impulsoras de dicha Denominación de Origen.
Un alimento tan nuestro como el Jamón Ibérico, la flor y nata de nuestra dieta desde antes de la llegada de los romanos. Tradición pues, pero acompañada con esfuerzo e ilusión, con medios para favorecer y mejorar la calidad de vida del animal y que ello repercuta en al gran calidad del producto final, tradición con inversión, con talento e innovación.
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