Hoy os invitamos a cerrar los ojos.
Queremos que confiéis en nosotros y os dejéis aconsejar.
Vamos a llevaros al pasado. A vuestro pasado.
La gastronomía produce sensaciones que nos acompañan a lo largo de toda nuestra vida, y cuanto más tempranas y profundas sean, más marcadas se quedan en nuestra memoria para siempre.
¿Qué puede haber más evocador que el sabor de unos huevos fritos con patatas hechos por nuestra madre cuando éramos unos críos? Llegar del colegio con el tiempo justo para comer y volver a clase: sentarte en la mesa con los pies colgando y oler antes que ver y saborear esas patatas recién fritas escoltando a dos huevos fritos con puntillitas…
Pues bien…
Ya no es colegio, es oficina. Y no será nuestra madre, si no el gran equipo de nuestro Imanol en Diversia quienes aceptan el reto de hacer que ese ratito que tienes antes de volver a la oficina lo dediques no sólo a alimentarte, también a deleitarte. ¿Y cómo? Llevándote a tu infancia para que te lo pases “bomba”.
Porque Bomba se llama el plato que te presentamos…
Verás llegar un nido, para sorpresa tuya, y en él un regalito. A priori pensarás que parece un rollito, pero más pequeño y cuadrado. Pensarás qué buena pinta tiene el hojaldre… pero no… aguanta, permite a nuestro camarero que te indique que lo has de comer de un único bocado, meter la pieza entera dentro de tu boca, morder y sentir la explosión de sabor y texturas chocando contra tu paladar y derramándose por tu lengua.
No es hojaldre, pensarás con sorpresa, y bendito sabor de toda la vida cuando comprendas que era patata y dentro de esa patata frita la yema de un huevo…
Para cuando lo hayas descubierto los sabores se habrán conjugado adecuadamente dentro de tu boca, y ésta, por fuera, dibujará una sonrisa de placer y nostalgia.
2, 3 segundos…
Pero te ha dado tiempo para ver las paredes empapeladas del comedor de tu hogar, cuando eras pequeño, a la derecha, de fondo, se escuchaba suavemente el Telediario, en blanco y negro, y en todo el comedor flota un ambiente a infancia, a ingenuidad, a alegría perenne y a saberte arropado por los tuyos, y tú pasándolo bomba.
No podremos sustituir a tu familia, ni lo pretendemos: craso error sería hacerlo. Pero sí queremos que nuestra casa, Imanol, sea tu casa, o ese rincón en el que lejos de ser un extraño te sientas como de la familia, por el trato, el ambiente y nuestros sabores de toda la vida entre pintxos y tapas; raciones y delicatesen como esta “bomba” de sabor, y quizás, también, con suerte “bomba” de emociones gastronómicas.
Será la misma receta y diferente al mismo tiempo. El mismo sabor de toda tu vida, la patata frita pero, previamente hecha puré y deshidratada combinada con una yema pasteurizada, cosas del futuro habrías pensado cuando niño, pero no, del presente, aunque sepa a pasado.
Debemos tan rica (y original) receta a Senén González, cocinero y fundador de Sagartoki, en Vitoria Gastéiz, afamado y premiado en el mundo entero.