Podríamos decir que el puerro es el hermano pobre de nuestra huerta. El hermano triste… el que pasa desapercibido. Si estuvierais en una fiesta y hubiera un puerro, estará allí sentado, al fondo, en un taburete, con un vaso de agua en una mano y moviendo la rodilla por mucho llevar el ritmo, por miedo a ser advertido y por vergüenza.
Así se siente el puerro en nuestra gastronomía.
Arrinconado, sin protagonismo, el gran desconocido, lo contrario que su primo, el ajo, presente en todas las recetas: se lleva la fama en todas las fiestas y el otro (el puerro) suspirando por los rincones.
Los franceses, que saben vender su gastronomía aportando una pátina de glamour a lo cotidiano, han sabido colocar al puerro en su sitio popularizando algo “tan de andar por casa” como la crema de puerros, bajo el nombre de Vichyssoise.
El Asador Imanol no podía ser menos.
No será la primera vez (ni la última) que presumamos de nuestra huerta, porque podemos, porque la disfrutamos y porque nos gusta agasajaros con los mejores productos.
Por ello concebimos nuestro pastel de puerros, placer puro para vuestros paladares. Hemos de confesar nuestra satisfacción ante el deleite que os proporciona y por cuánto lo demandan nuestros comensales y amigos.
Un manjar de temporada, en concreto para estos días, a caballo entre finales de otoño y principios de invierno porque usamos una variedad más pequeña de tañamo, (menor que el puerro tradicional y algo mayor que el ajete tierno), para lograr, a través de su delicadeza y finura, un pastel suntuoso que no repite, pero hará que se repita por el grato recuerdo que deja en boca tras su paso.
Un primer plato de campeonato, incluso a modo de entrante para compartir, nuestro pastel de puerros es una delicatesen que os reconciliará con el ingrediente estrella de esta receta: el puerro.
Una verdura que no entraría en casi ningún listado si le pidiéramos a un niño que enumerara sus diez verduras preferidas y que, sin embargo, ha formado parte de nuestra dieta desde hace más de 7.000 años, desde la antigua Mesopotamia, pasando por Egipto, Grecia… introducida en Europa por los romanos y arraigada gracias a su “docilidad”, capacidad de adaptación, alto aporte vitamínico y cuidado recibido por parte de los celtas. El “ajo de oriente” como llegó a conocerse, rico para recetas gastronómicas y medicinales.
No es la primera incursión del puerro en nuestro blog “De pintxos y tapas”, aparecido con la Morcilla de Beasaín, como uno de sus ingredientes, pero sí como protagonista único.
Nuestro pastel goza de un gran número de admiradores entre nuestros parroquianos, quienes han descubierto que, amén de digestivo y sano, resulta delicioso al paladar y como entrante acompaña por igual a una carne roja y a un pescado, sea nuestro famoso chuletón de buey o nuestro reconocido rape.